17 octubre 2007

Guadalajara, Atienza, Sigüenza, Brihuega

Era el día de la Hispanidad y entramos en Madrid para recoger a dos compañeros. La ciudad estaba engalanada de banderas de España y como nosotros íbamos en un autobús de la empresa Franco, bromeábamos pensando en los recientes acontecimientos políticos. Salimos de la capital camino de Guadalajara, adentrándonos en un mundo antiguo y mítico.

Los orígenes históricos de Guadalajara podemos buscarlos en la época de los romanos con la construcción de un puente sobre el río Henares y un campamento militar junto al mismo.

En el siglo VIII los árabes ocuparon la ciudad y se quedaron en ella durante cinco siglos construyendo mezquitas, baños, zocos y murallas. Alfonso VI la conquistó en el siglo XI. A mediados del siglo XIV empieza el gran protagonismo de la familia Mendoza.

Las guerras de Sucesión, de la Independencia y la de los carlistas e isabelinos traen consigo el declive, tanto económico como demográfico, que podemos comprobar también en el arte, que sigue con la historia la misma línea de esplendor y decadencia.

La familia Mendoza descendia de los Reyes Navarros. Establecieron su casa en Guadalajara con D. Pedro González de Mendoza, mayordomo de Juan I. Al héroe de Aljubarrota, le sucedió su hijo Diego Hurtado de Mendoza, primer Duque del Infantado. Pero el más famoso fue Iñigo López de Mendoza, el Marqués de Santillana, creador de una escuela literaria y humanista. Durante todo el Siglo XVI el palacio del Infantado llegó a denominarse la Atenas Alcarreña.
En el Siglo XVIII los Mendoza se trasladan a Madrid, acabando la etapa de esplendor en Guadalajara.

En un tris-tras llegamos a Guadalajara.
Visitamos La Fundación de la condesa de la Vega del Pozo. Esta mujer creó a finales del Siglo XIX una fundación benéfica que acogía a los ancianos, huérfanos y desamparados, en varios edificios de estilo ecléctico, entre los que destaca la iglesia con el enterramiento de la fundadora. Velázquez Bosco proyectó y ejecutó este encargo, que hoy nos sorprende por su belleza.

Luego nos fuimos a la Concatedral de Sta Mª, a la capilla de Luis de Lucena, al Palacio de D. Antonio de Mendoza con su claustro renacentista, la fachada de la iglesia frente a su viejo jardín... y vimos el Palacio de la Cotilla, donde contemplamos el salón chino, que nos sorprendió por su originalidad y pinturas minuciosas.

La guinda final fue el Palacio del Infantado, que mandado construir en 1480 por Iñigo López de Mendoza, se destruyó totalmente, pero fue rehecho después de la Guerra Civil. Su fachada es muy hermosa y en la portada destaca el escudo de la familia, rodeado por una serie de pirámides claveteadas, arriba el fragil corredor de ventanas góticas y en el interior el claustro con balconadas de filigrana.
Enfrente del Palacio está la antigua Iglesia de los Remedios de estilo renacentista, hoy Paraninfo del Campus universitario dependiente de la Universidad de Alcalá.

También enfrente está la Torre de Alvarfañez. El Cantar del Cid del que celebramos el 800 aniversario, hace muchas referencias a estas tierras: Atienza, Hita, Jadraque y la misma capital:

"Caballeros buenos que acompañan a Minaya

Corred con osadía, por miedo no dejéis nada

Hita abajo y por Guadalajara..."

Cuando se despidió el guía seguimos callejeando hacia el mercado de Abastos y junto a él, encontramos el Santuario de la Antigua inconfundible por sus ábsides mudéjares. Dicen que en este templo oró Alvarfañez de Minaya después de conquistar la ciudad y en él colocó la imagen que dio nombre a la iglesia.

Siguiendo la calle Mayor nos encontramos con la iglesia de San Ginés del siglo XVI. En su interior se encuentra enterrado su fundador D. Pedro Hurtado de Mendoza.

En el parque de San Francisco, el convento del mismo nombre creció al amparo de los Mendoza para sufrir la destrución por los franceses en la guerra de Independencia.

El puente construido por los árabes todavía sigue en uso.

El autobús nos acercaba al Hotel Trip Meliá y viendo los arbolitos pasar, pensé en los escritores que se inspiraron en estas tierras, no sólo los Mendoza, tan famosos.
En la Edad Media, encontramos muchas referencias, en el Cantar del Mio Cid, Juan Ruiz, el arcipreste de Hita, aunque no tenemos datos de que fuera de este lugar, él quiso que se lo recordara así, dejando retratada la vida de estos lugares, como un perfecto conocedor de los mismos. El infante D. Juan Manuel, también se inspiró aquí para escribir sus obras. En 1824, Espronceda comienza a escribir en la capital su poema sobre D. Pelayo. Bueno Vallejo nació aquí en 1916 y con él un numeroso grupo de poetas del Siglo XX y ¿qué decir del "Viaje a la Alcarria" de Cela y más recientemente "El río que nos lleva" de Jose Luis San Pedro, obra llevada también al cine con el mismo título.

Al día siguiente, gracias a que nuestro guía Raúl, que con su “din, don, din”, nos iba informando de todo, supimos de gastronomía, industria, folclore...Hicimos una parada imprevista en Cogolludo, para contemplar la primera fachada de arte renacentista en España, que a pesar del abandono, sigue siendo muy bella. También nos cogió piedras de plata y de alabastro, de una mina abandonada, al pie de la carretera.

Al aproximarnos a Atienza nos encontramos "como con una peña muy fuerte" que dice el poema del Cid y efectivamente, la torre del castillo se pina sobre las rocas. El Cid pasó por Atienza camino del destierro según el cantar. Y la afrenta de Corpes podría haber tenido lugar en Robledo de Corpes, no lejos de aquí.

Lo primero que nos encontramos al llegar es la plaza de España, con el Ayuntamiento de la localidad, seguimos para contemplar el arco de muralla llamado de Arrebatacapas, que linda con la torre de la iglesia de San Juan, dando entrada a la plaza del mercado con la Casa del Cabildo. Pasamos entre restaurantes, bajo los soportales con los escudos de los clérigos y un edificio del Siglo XVI con un precioso balcón esquinado.

Luego salimos del entorno urbano y subimos al castillo, desde donde contemplamos una panorámica de todo el pueblo, con el templo de Santa María del Rey, la iglesia de la Trinidad del siglo XII. Desde la torre, ensimismados, recordamos la historia del lugar, antiguo enclave arevaco que llamaron Tithya la tierra de los titos, raza prerromana.

En el siglo X Alfonso II ocupa la villa, pero al estar lejos de Asturias se encuentra incapaz de protegerla. La reconquista el hijo del Conde Fernán González pero es arrasada por Almanzor. El califa de Córdoba Sulayman, se la regala al conde Sancho Garcés, en agradecimiento al apoyo recibido.

El hecho más famoso lo llevan a cabo los arrieros atencinos, cuando escondieron al rey niño Alfonso VIII, camuflándolo bajo el capote de uno de ellos, para que escapara del poder de los leoneses. En siete jornadas lo pusieron en los muros de Ávila. Por eso recibieron muchos privilegios, conviertiéndose en una comarca muy próspera en el siglo XIV. La fiesta de la caballada, recuerda este hecho, se sigue celebrando ininterrumpidamente desde 1163 y se considera de Interés Turístico Nacional.

A nuestros pies siguen los viejos templos, las ermitas y los campos interminables. La fortaleza fue ocupada por los navarros en la guerra contra Juan II y Alvaro de Luna resistiendo a sus ataques. Con el tiempo, poco a poco esta localidad fue perdiendo peso en beneficio de Siguenza.

De nuevo en el pueblo, que está considerado en su conjunto Monumento Nacional, pensamos visitar el museo de la Iglesia de San Gil o el templo de la Trinidad, que guarda en su interior al Cristo del Perdón de Carmona, apoyándose sobre la bola del mundo; o el de San Bartolomé, con la Capilla del Cristo, donde esperábamos oir a D. Julio explicarnos cómo se trabajaba en los talleres antiguamente, pero todo esto se quedó para la próxima visita, pues es imprescindible dejar algo para otra ocasión.

Y nos vamos a Siguenza. A casi todos cuando pronunciamos ese nombre nos viene a la memoria la imagen del Doncel. Martín Vázquez de Arce, "el Doncel formado en letras, artes y armas" fué paje de D. Diego Hurtado de Mendoza, 1ºDuque del Infantado.
En Julio de 1486 encontró la muerte en tierras granadinas víctima de una emboscada musulmana. D. Fernando Vázquez, hermano del anterior y Obispo de Canarias, encargó una estatua yacente para su sepulcro. La capilla fué construida por Nicolás Francés y aunque se cree que la estatua se hizo en Guadalajara, en los talleres de Sebastián de Almonacid, no se conoce con seguridad su autor, dándose la paradoja de que no hubiésemos conocido al doncel a no ser por su estatua y ahora no conocemos con exactitud al artista que lo inmortalizó.

Etimológicamente Sigüenza significa "la que domina el valle", pues está situada en un lugar estratégico, en la calzada romana del valle del Henares. En la época visigoda se cree que la ciudad crecía en torno a Nuestra Sra. de Los Huertos. En la época de los árabes, la actividad se desarrolla en torno al castillo, que amplía su importancia estratégica cuando el obispo Bernardo de Agen reconquistó la ciudad. Desde entonces es sede episcopal y crece bajo la tutela de sus obispos. La ciudad era un hervidero de gente, se celebraba el "día del turista" y en las terrazas del jardín disfrutaban del buen tiempo niños y grandes.

Paseamos por sus calles, admirando sus iglesias, palacios y restos de las murallas. La sorpresa nos llegó en la visita de la catedral, no por la grandiosidad del edificio, por sus joyas artísticas, museísticas o por la famosa estatua yacente del doncel. La sorpresa nos la proporcionó nuestro guía, cuando nos permitió entrar en el coro y se sentó ante el órgano; de sus manos y pies salió la impresionante Tocata y Fuga de Bach, expándiendose por la atmósfera del templo, introduciéndose en nuestros poros, congregándo en la verja a multitud de visitantes, que antes deambulaban por doquier.

Sin ninguna partitura y con una ágilidad y maestría sorprendente arrancó al instrumento toda la sonoridad que le acredita. Al terminar se fue corrido, de aceptar nuestras felicitaciones y nos dejó con la boca abierta.

Aún nos sobró tiempo para visitar el castillo hoy convertido en Parador Nacional.

Cuando volvíamos a Guadalajara, gracias a la destreza de nuestro conductor, atravesamos el cañón del río Dulce, y desde el mirador que domina el profundo desfiladero, recordamos episodios de la serie televisiva de Félix Rodríguez de la Fuente, pues se trataba de un paisaje muy querido para él.

El día del regreso hicimos una parada en Torija y vimos el castillo que alberga el museo dedicado al "Viaje a la Alcarria " de Cela.

Continuamos luego en dirección a Brihuega, la antigua "Castum Briga" en pleno corazón de la Alcarria. El Rey Alfonso VI la entregó a los Arzobispos de Toledo. El más conocido fue el historiador y arzobispo D. Rodrigo Jiménez de Rada, que reconstruyó sobre un antigua alcázar árabe, el Palacio Fortaleza y la muralla, así como la Iglesias de san Felipe, de estilo románico de transición y Santa María. En sus inmediaciones tuvo lugar la batalla entre las tropas del Archiduque Carlos y los partidarios del que luego sería Felipe V. En la Guerra de la Independencia se la conoció, por el guerrillero Francisco Pareja y también luchó en este lugar El Empecinado, contra los absolutistas de Fernando VII.
Durante la ilustración se construyó la Real fábrica de Paños anexa a la de Guadalajara.

Se conoce también a Brihuega como "El jardín de la Alcarria" gracias a sus numerosos manantiales subterráneos transformados en ornamentales fuentes por toda la ciudad.

Tuvimos tiempo de contemplar la ciudad hasta la hora del almuerzo: La Virgen de la Peña con su gruta, las murallas, el coso taurino, las Iglesias, el parque de María Cristina, para después de la comida regresar de nuevo a casa cargados de recuerdos.

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